Libertad religiosa

La libertad religiosa fue un tema central durante el mandato de Trump como el 45.º presidente. Su liderazgo y estilo de gobierno han sido los más conservadores que Estados Unidos ha presenciado en el siglo XXI. Antes de su investidura, la libertad religiosa había sido objeto de abusos, incluso bajo ataque de ciertas organizaciones estadounidenses.

Donald J. Trump fue el primer presidente en la historia de Estados Unidos en asistir a la Marcha por la Vida en apoyo al movimiento provida. Trump dirigió a varios países, entre ellos Brasil y Hungría, en la elaboración de la Declaración de Consenso de Ginebra. Treinta y cuatro países firmaron la declaración, que reconocía que el aborto no tiene cabida en la gobernanza global en relación con la salud de la mujer. La medida garantizó la protección de la soberanía nacional sobre la cultura y las costumbres de los países participantes.

La Alianza Internacional por la Libertad Religiosa se creó durante la administración Trump para combatir la persecución religiosa. Esta fue fundamental para defender la libertad religiosa en Estados Unidos y en el extranjero. El presidente Trump fue el primer presidente de la historia en celebrar una convención en las Naciones Unidas sobre libertad religiosa y abordar la creciente preocupación por el creciente antisemitismo.

El 4 de mayo de 2017, Donald J. Trump firmó una Orden Ejecutiva para Promover la Libertad de Expresión y la Libertad Religiosa. Esta Orden Ejecutiva impulsó la derogación de la Enmienda Johnson, garantizando así una mayor libertad de expresión política para los líderes religiosos. Además, la Orden Ejecutiva es fundamental para proteger el derecho de conciencia de médicos, enfermeras y grupos religiosos, en particular las Hermanitas de los Pobres, una congregación católica de mujeres.

“Nuestra nación reconoce que la libertad religiosa es un derecho natural que nos otorgó nuestro Creador, no una cortesía que nos otorga el gobierno”. Presidente Donald J. Trump.